Es algo que se lleva casi la mayoría de los presupuestos de quienes tienen automóviles. Se trata de la gasolina, un combustible fundamental para que estos puedan funcionar. En Chile, los precios tienen grandes variables, y la tendencia hasta el momento, ha sido alza. ¿Y si te contamos una alternativa con solo agua y basura?
Es por esto que muchas personas recurren a otras alternativas, como comprar vehículos eléctricos, o utilizar gas. Edmundo Ramos, un ingeniero residente de Córdoba, Argentina, ideó la fórmula perfecta para olvidarse de este gasto, utilizando solo agua y basura.
De acuerdo con el medio argentino Infobae, se trata de un Ford Falcon Ranchera, del año 1983, una máquina que llegó a correr 117 kilómetros por hora con este combustible.
Fue tras un viaje a Estados Unidos, donde vivió cuatro años del negocio inmobiliario. En 2008 regresó a Argentina y decidió hacer “un aporte a la sociedad” innovando con su vehículo. “me dije: me puedo poner a mirar televisión todo el día y a tomar cerveza como Homero Simpson, o aprovechar mi experiencia para hacer algo útil para la humanidad y sin fines de lucro”, aclaró este Ramos.
Fue en ese momento cuando se le vino a la mente qué hacer si un día se acabaran los combustibles fósiles. Buscó en internet “auto a basura” pero al parecer, los motores de búsqueda no fueron lo suficientemente eficientes para su interrogativa.
Lo único que se acercó a su objetivo era un capítulo de “Los Simpsons” llamado Apocalipsis donde aparece un vehículo que funciona con residuos. También apareció la película “Volver al Futuro”, donde el Dr. Emmett Brown logra construir un automóvil con estas mismas características. Edmundo quería hacer algo con agua y basura.
“Hice un cálculo teórico en el que la velocidad máxima del auto a basura sería de 40 kilómetros por hora por la potencia del gas del motor, cuánto necesita para vencer el aire, todos cálculos complicados y largos”, agregó el ingeniero.
“Pensaba que sería una lástima, porque no podría andar en ruta. Creí que serviría para el campo. El 2 de octubre del 2019 fue un día histórico, porque salí a la calle. Y el auto, al final, llegó a los 100 kilómetros por hora”, comentó Ramos maravillado con su creación.
Cómo funciona? Así lo explica este ingeniero argentino que entrega la receta tal como si fuera un plato gastronómico: “Lo que busco es que los residuos tengan densidad. Si lleno el gasificador con papel, hago 3 kilómetros y se acaba. Con cáscara de maní hice 30 kilómetros. Probé con cáscara de banana o de naranja, o restos de poda de árboles, pero a todo hay que carbonizarlo”. El carbón sobrante lo guarda en contenedores herméticos para evitar que este se humedezca.
Cuando el primer paso ya está realizado, sigue un proceso de llenado del cilindro más grande. Este es el gasificador, el que se llena con biomasa, los residuos carbonizados y bien secos. Luego cierra la tapa.
Procede a prender fuego a esta biomasa con un soplete o un poco de alcohol y un encendedor. Para que pueda lograrse el objetivo, Ramos necesita un poco de aire, es entonces cuando recurre a otro tubo para ventilarlo y conseguir ese oxígeno. “Ahora tengo un ventiladorcito, cuando empecé lo hacía con el secador de pelo de mi mujer”, agregó el argentino.
Según el ingeniero, el fuego, gracias a este aire en particular, genera la denominada “gasura”, que es combustible por estar compuesto por monóxido de carbono. Dentro del gasificador se produce la llamada “bola de fuego”, Edmundo dice que esta se encuentra entre 1.500 y 1.700 grados de temperatura.
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Con una botella de bebida y un tubo de cobre, se le inyecta agua. La que contempla dos gotas por segundo. Así, se produce un proceso llamado termólisis, que separa el agua en hidrógeno y oxígeno.
Luego, por un tubo que está ubicado arriba del gasificador sale la “gasura”, con ceniza y polvo. Para evitar que esas partículas lleguen al motor, hay tres filtros, uno hecho con el tubo de un matafuego y un frasco de dulce en el que caen los primeros residuos. Brillante.
Pero también hay otro filtro, el que está embebido en aceite y un tercero de toalla. Cuando el humo blanco que sale por el tubo del aire se disipa y se vuelve transparente, lo cierra. Entonces la “gasura” va al motor. Tal como te mencionamos antes, este está compuesto de monóxido de carbono, hidrógeno y oxígeno, y voilá, la Ford comienza a moverse.
Al darse cuenta que esto era posible, Edmundo junto a su pareja decidieron viajar más allá de Anisacate, Argentina. Sin embargo, se dieron cuenta que había un problema: La camioneta solo tenía una autonomía de 50 kilómetros. Nada más.
Nuevamente manos a la obra, Edmundo tuvo que fabricar un remolque con tres tambores de 200 litros llenos de carbón de basura. Fue así como logró una autonomía de 520 kilómetros, y pudo lograr los 5.000 kms. de la ruta 40.
Durante esta travesía, que duró cinco meses, Edmundo y su esposa fueron controlados en varias ocasiones: “Cuando hice la Ruta 40 me pararon todos: la policía Municipal, Provincial, Caminera, de Seguridad Vial, Federal, Gendarmería. Me pidieron los documentos, registro, seguro, la VTV del auto y nadie me cuestionó qué combustible estaba usando. Porque, como te dije, no contamina”.
“El monóxido de carbono sale por el caño de escape como dióxido de carbono, que es uno de los causantes del calentamiento global, pero no es tóxico. De todas maneras, según los controles que hice, el dióxido de carbono que expulsa es como el 0,00001%. También expele vapor de agua, nitrógeno y un 20% de oxígeno”, agrega el mismo Edmundo.
Su éxito ha sido tal que el inventor ya recibió propuestas de inversores de Argentina, Perú y Colombia para construir una fábrica de estos gasificadores que funcionan solo con agua y basura.
Fuente: 13C
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